F.HUMANA BASICO TEMA 3.7
TEMA 3.7 LA MUJER QUE TRABAJA
OBJETIVO
Reconocer las opciones que el mundo actual ofrece a las mujeres para su desarrollo.
DESARROLLO DEL TEMA
Cada mujer en cada lugar que existe en este mundo vive realidades muy diferentes.
Realidades contrastantes que se crean según el nivel educativo que haya alcanzado, su extracción social, el nivel de desarrollo de su país, la religión que profese y la cultura de su región. Estas realidades han dado lugar a desafíos de diferente índole que han persistido pese a los grandes avances que hemos logrado como sociedad.
Voy a concentrarme en sólo uno de estos retos, uno que considero de vital importancia para que podamos dar un paso decisivo en nuestro progreso no sólo como sociedad, sino como seres humanos y como género: el balance entre el trabajo y la familia.
¿Cómo compaginar la decisión de trabajar o seguir estudiando con la decisión de ser madre y formar una familia?
Son cada vez más las mujeres que quieren o requieren aspirar a conjugar el trabajo con la vida familiar. Ya no se trata nada más de “tener que trabajar” para apoyar con el gasto familiar (en caso de que ésa fuera una motivante), sino que dentro de los principales proyectos de las mujeres se encuentra el éxito profesional. La pregunta que muchas tienen que responder antes de afanarse por alcanzar sus objetivos personales y laborales es
¿puedo tener ambos?
Para algunas mujeres el hecho de tener hijos limita su desarrollo profesional y, para otras, el éxito profesional reduce considerablemente las posibilidades de formar un hogar.
¿Será ésta una de las razones por la que las mujeres ven disminuidas sus oportunidades de desarrollo en los dos ámbitos?
Sin reserva alguna hay mujeres que logran el éxito en ambos aspectos de sus vidas, pero son las menos.
Encontrar el balance entre el trabajo y la familia es uno de los desafíos más grandes que enfrentamos las mujeres que optamos por desarrollar estos dos aspectos de nuestra vida.
La realidad podría engañarnos, pues nos muestra que la mujer está ocupando un papel cada vez más activo en la toma de decisiones del hogar, en el sector laboral, la economía y la educación. Si bien es cierto que su participación es cada vez más notoria, las investigaciones arrojan números todavía muy pobres en comparación con los hombres.
El rezago es significativo: 7 de cada 10 hombres trabajan, frente a 4 de cada 10 mujeres. Y cabe mencionar que el 91.9% de estas mujeres combina trabajo y estudio con quehaceres domésticos (datos tomados del INEGI).
¿Qué ocurre que se siguen presentando dificultades para equilibrar las cifras en términos de género?,
¿a qué se debe esta diferencia?
¿habrá una relación entre las dificultades que enfrenta una mujer a la hora de elegir entre su desarrollo profesional y los hijos?
¿seguirá siendo una limitante para las empresas contratar o promover mujeres que tienen compromisos familiares serios y a largo plazo?
No cabe duda que los factores son múltiples, pero lo cierto es que las mujeres se enfrentan a desafíos particulares y concretos que comprometen el éxito de sus emprendimientos y complican el desarrollo pleno de dos de los aspectos más importantes para cualquier individuo: el desarrollo personal y profesional.
Las oportunidades para las mujeres siguen siendo limitadas y considero que estas limitaciones tienen mucho que ver con la distribución de las actividades domésticas y las tareas dentro de la familia, mismas que continúan condicionándose por los roles de género.
El Instituto Nacional de las Mujeres reporta en sus indicadores que mientras las mujeres invierten más de seis horas diarias a tareas del hogar, los hombres dedican un promedio de 2.5 horas al día.
Estos indicadores dejan ver con toda claridad que las actividades del hogar continúan siendo una obligación predominantemente de la mujer. Lo que nos dice esto es que las mujeres hemos aceptado dedicar más tiempo al trabajo doméstico no remunerado que los hombres y que la cultura ha fomentado dar menos importancia al desarrollo profesional de la mujer.
En resumen, no hemos sido equitativos al repartir las tareas del hogar entre los miembros de una familia. Y si somos una familia
¿no sería justo que cada miembro tuviese las mismas oportunidades de desarrollo y crecimiento que los demás?
La falta de equidad en este punto ha sido un factor que ha limitado considerablemente las oportunidades que una mujer tiene de destacar en su profesión o trabajo y el tiempo que puede dedicarle a ello. A esto le antecede un profundo sentido de responsabilidad y de aceptación.
Las mujeres debemos ser responsables de nuestra participación en esta falta de igualdad y ser agentes de cambio para impulsar que se dé la misma trascendencia y valor a nuestras aspiraciones profesionales y personales que la que tienen para nuestras parejas o hijos.
Es un compromiso personal evaluar de manera profunda lo que deseamos para nosotras mismas y, por ende, para nuestra familia.
Es claro que cualquier decisión tiene consecuencias, tanto negativas como positivas.
Lo que es fundamental es eliminar el miedo a decidir y creer que podemos tener éxito en ambos planos de nuestra vida.
No debemos menospreciar el derecho que tenemos de plantearnos metas y objetivos en todos y cada uno de los aspectos que son importantes para nosotros, no sólo como mujeres, sino como seres humanos en expansión.
DINAMICA
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